
Este director de cine no tiene semejante. Es único. Y es único porque fue irreductible. Trabajó a contracorriente y se atrevió a desafiar a los académicos. Creyó y vivió en la libertad y en la verdad, y confió de toda gana en su capacidad para llegar más allá. Pudo hablar del alma en la URSS, donde, en concreto, no se tenía en cuenta el espíritu. Hasta fue capaz de renunciar a su amada Rusia para continuar con su obra. Huyó a Italia, donde pudo desafiar a la nostalgia para continuar creando. Fruto de ello es ‘Nostalgia’ y ‘Sacrificio’, películas que desvirtúan toda concepción cinematográfica.
Ayer pude ver ‘El espejo’. Es uno de sus films. Precioso. Aunque íntimo. Tarkovsky se salta incluso a sí mismo. Creo que es un pequeño capricho. Un regalo que hizo a sus padres. Conjuga el recuerdo con el sueño, el futuro con la historia y el amor con la ofensa. Es demasiado humano. Podría introducirse en nuestra alma y desmantelar todos nuestros muros. Con Tarkovsky todo queda a un lado. Te desvela, y por eso es difícil de comprender. No se mete en la cabeza, sino que descuadra el corazón. Plasma la vida tal cual es. Con la fluidez y la estaticidad; la dureza y la dulzura; el sentido y el horror.
Pasas de la vejez a la infancia, de la madurez a la pubertad y del nacimiento a la muerte. Todo cabe en los films de Tarkovsky. No podemos definirlo: es Tarkovsky. Encasillarlo es un crimen. Igual que Leonardo, no conocemos su técnica. Sus témperas son de propia manufactura. No se puede copiar. De la misma manera que Caravaggio atravesó los límites de la pintura, Tarkovsky pudo atravesar los límites del celuloide.
Su cine no es cine. Es más, es arte. Sintetiza sin sintetizar todos los lenguajes. Respeta y coquetea con la verdad. Supera el lenguaje. No se enzarza con las normas. Observa con sencillez y maestría la vida y su sentido. Por eso es capaz de crear auténticas obras de arte. No tiene pretensiones: conoce.
Una mujer joven se observa ante el espejo y se ve anciana. El tiempo pasa, y la vida no se detiene. Su marido va y viene. Casi siempre a solas. Sus hijos van creciendo y su padre es casi un fantasma, un alma que se aparece a intervalos. Y, como una estrella fugaz, se presenta cuando el corazón se encuentra a oscuras y cuando se presentan miles de lucecillas más que se mantienen quietas. Apariencias, deseos y proyectos junto con el esfuerzo y el desconsuelo. Y llegan las ilusiones y las oportunidades. Pero el espejo ya no es un reflejo, es nuestra imagen.
Tarkovsky: ver para creer. Dejemos la Coca Cola, ahora toca un reserva. Sólo para paladares escogidos. Ojos claros y corazón inquieto. No se trata de razón pura, sino del noúmeno en toda su esencia. Un viaje más allá de los límites de la experiencia posible fuera de parámetros y prejuicios. El barroquismo posmoderno dinamitado por la sinceridad. El nihilismo superado por la sensatez. Un camino en el que sólo podemos ser peregrinos.